El retrato es la máxima expresión de la individualidad burguesa y es siempre realista y veraz. En Calahorra tan sólo fueron erigidos dos y es extraño, ya que estaban expresamente prohibidos por el Reglamento del cementerio. Corresponden a Pablo Irazábal (industrial y alcalde de Calahorra) y Pablo Arenzana (conservero). Ambos son obra del taller zaragozano Buzzi-Gussoni y pudieron haber sido tallados a partir de fotografías, lo que es fácilmente verificable en el caso de Pablo Arenzana, cuyo busto está colocado bajo la fotografía. Los dos retratos son de gran calidad y verismo.