El neogoticismo surge en Europa durante la primera mitad del siglo XIX de la mano del Romanticismo, y busca en el periodo medieval las claves para crear un arte moderno y nacional. Llega a España en la década de 1860 y se mantiene hasta comienzos del siglo XX, amparado por la restauración de los grandes monumentos góticos españoles. Sus connotaciones espirituales hicieron que fuera considerado el estilo artístico que mejor expresa los valores religiosos por lo que triunfó en la arquitectura fúnebre y pervivió hasta las primeras décadas del siglo XX. En el cementerio de Calahorra aparece en los albores del siglo XX y es apreciable hasta los años 30, aunque excepcionalmente resurge de manera esporádica a finales de la década de los años 40 e incluso de los 70.
En las sepulturas neogóticas del cementerio de La Planilla vamos a encontrar dos variantes muy definidas según el material empleado. Las cabeceras realizadas en hierro fundido presentan arquitecturas simples apenas decoradas, muy austeras. Las realizadas en piedra son muy diferentes y suelen incorporar más detalles. El estilo está tratado con gran libertad: no se pretende recrear a la perfección una estructura gótica sino erigir un monumento de apariencia gótica. Por ello son frecuentes los pilares fasciculados, las columnillas con capiteles vegetales corridos, los arcos apuntados y conopiales, las cresterías, gabletes, contrafuertes y pináculos, así como la decoración de cardinas y los tímpanos esculpidos.