El camposanto calagurritano conserva un interesante grupo de cruces de forja compuesto por 40 unidades, que reviste especial importancia por carecer de comparación en cementerios riojanos próximos, donde este tipo de cruces está ausente o su presencia es esporádica. Son obras muy variadas y de cronología muy incierta, que podría fijarse en torno a la primera mitad del siglo XX.
Por su ejecución, están a caballo entre la producción artesanal e industrial y se decoran por medio de volutas, segmentos curvilíneos, espirales y tornapuntas, siempre realizados en cinta de hierro. Estos elementos se duplican, superponen y entrecruzan y, al colocarse a ambos lados del eje de simetría de los brazos generan corazones, lágrimas, rombos y triángulos. También pueden encadenarse sucesivas tornapuntas, de manera que mantienen una parte en común, o pueden colocarse varias filas de volutas, formando cruces de gran impacto visual.