Nichos

Los nichos son estructuras que superponen en altura los enterramientos, rentabilizando mejor el espacio. Evocan los antiguos columbarios romanos y caracterizaron los camposantos del siglo XVIII y primera mitad del XIX, cuando fueron considerados sepulturas de distinción. En Calahorra no se construyeron nichos hasta 1938, con proyecto del arquitecto municipal Agapito del Valle. Se adujeron en ese momento dos razones para su construcción: la necesidad de optimizar el escaso espacio disponible y una supuesta presión ciudadana que demandaba este modelo de enterramiento. Se omitió otra razón no menos despreciable: la económica.

Este tipo de sepultura es barato, de gran capacidad, ordenable y sencillo; de ahí su éxito. La construcción es anodina y repetitiva, estandarizada, sin concesión a la decoración salvo en la lápida que cierra el nicho. En un principio estaban adosados a la tapia del recinto y, en sucesivas campañas, se extendieron por los lados Este (1938-1944), Norte (1948-1956) y Oeste de la cerca (1963-1975 la tapia del recinto original, por los dos lados, y 1977-1986 la del recinto ampliado), con la única diferencia de que a partir de 1955 (a partir de la capilla, hacia el Oeste), se superponen cinco enterramientos en lugar de los cuatro iniciales. Cuando ya todas las tapias estaban recubiertas de nichos comenzó la construcción de pabellones o naves que ocupan el espacio central de la zona ampliada (1986-1998).

La cronología de estos enterramientos, que coincide con la producción seriada y el comedimiento decorativo, ha provocado que en la mayor parte de los casos su interés artístico sea relativo. En Calahorra son edificaciones funcionales, simples y sin valor artístico. Los escasos elementos decorativos resultan excepcionales por su escasez. Los muros, construidos en ladrillo enlucido, son siempre lisos, casi sin espacio de separación entre las filas de nichos y rematan con una cornisa siempre realizada en cemento corrido sobre la que apoya el tejadillo a una sola vertiente, de teja árabe en el caso de los adosados. No se realizaron bajo pórtico, como era habitual en el siglo XIX, sin duda por sus fechas avanzadas.