Decoración figurativa: ángeles

Si hay una imagen que todos identificamos con un cementerio, es la del ángel. Los ángeles simbolizan el triunfo sobre la muerte, son compañeros de camino, mensajeros de Dios e intermediarios ante la divinidad. Lloran al difunto y acompañan su alma al más allá, defendiéndola en su difícil camino y abogando por ella ante Dios.

En ocasiones son niños de corta edad que, con su anatomía suave y regordeta, expresan dulce tristeza o recogimiento sereno. A modo de amorcillos clásicos, a veces portan flores, guirnaldas o coronas, se apoyan en una cruz o se abrazan a ella.

Buena parte de estos ángeles son jóvenes y adolescentes en actitud muy variada: piden silencio, rezan, se abrazan a una cruz, meditan, depositan flores o custodian el sarcófago. En su mayor parte son ángeles de la guarda, custodios, cuya misión es proteger al hombre durante su vida y salvar su alma del infierno, acompañándole hasta conseguir la salvación. Existe un ejemplar de ángel-guía, guerrero que defiende el alma en tránsito evitando los peligros del más allá y otro del ángel anunciador del paraíso, levantando el vuelo.

La mayor parte de estas representaciones puede fecharse entre 1910 y 1925 y están cercanos al modernismo a través del taller zaragozano  Buzzi-Gussoni aunque no faltan ejemplares de los años 30-40. Son seres muy jóvenes, andróginos o afeminados, de largos cabellos ondulados y vestidos con túnica, que transmiten serenidad, tristeza y dolor contenido. Están descalzos y aparecen sobre nubes para dar idea de volatilidad. Su actitud suele ser pasiva o de entrega. Son figuras meditabundas y en ocasiones somnolientas, técnicamente muy cuidadas especialmente en cuanto al acabado ya que potencian los efectos lumínicos a través de las diferentes texturas y la profundidad de la talla.